Cuando pensamos en subtítulos, solemos imaginar películas, series o videos de redes sociales. Pero también existe un terreno muy particular: la música sacra. Coros como el del Tabernáculo de Salt Lake interpretan himnos y piezas que combinan arte y devoción, y llevar esos mensajes a otro idioma no es tan simple como traducir palabra por palabra.
El primer reto está en el equilibrio entre literalidad y sentido. Muchas de estas letras provienen de textos bíblicos o himnarios. Si tomamos “Come, follow me”, una traducción demasiado literal sería “Ven, sígueme a mí”, pero en español se entiende mejor y suena más natural “Ven, sígueme”. Lo importante es conservar el mensaje espiritual sin que suene forzado.
Otro punto clave es la carga cultural y religiosa. Palabras como “Hosanna” o “Amén” ya forman parte del vocabulario en español y no necesitan traducción. En cambio, frases como “Thy mercy endureth forever” podrían sonar pesadas si se traduce tal cual: “Tu misericordia perdura para siempre”. Una opción más fluida y poética sería: “Tu misericordia es eterna”.
En cuanto a la parte técnica, los subtítulos de música sacra deben respetar el ritmo de lectura, ya que el espectador escucha y lee al mismo tiempo. Aquí no hace falta seguir la métrica de la canción, pero sí cuidar la brevedad y la claridad. Imaginemos un coro que repite varias veces “Alleluia, Alleluia, Alleluia…”. Si subtitulamos cada una, el resultado se vuelve incómodo. Lo mejor es resumir con una sola línea: “Aleluya”, suficiente para transmitir la idea sin saturar la pantalla.
También entran en juego las decisiones de estilo. Por ejemplo:
- Mantener mayúsculas en nombres sagrados: “Señor”, “Dios”.
- Evitar signos de exclamación innecesarios. En inglés es común ver “Rejoice!” con entusiasmo, pero en español no siempre queda bien como “¡Regocíjate!”, que puede sonar exagerado. Una opción más sobria sería simplemente “Alégrate”.
- Conservar repeticiones solo cuando tienen valor expresivo. Si un coro canta “Holy, Holy, Holy”, en lugar de reducirlo a un solo “Santo”, puede mantenerse “Santo, Santo, Santo” porque la repetición forma parte del sentido del himno.
En definitiva, subtitular música sacra no es solo cuestión de traducir, sino de respetar la espiritualidad y el arte en un mismo trabajo. Y aunque existen herramientas que ayudan, la mejor opción siempre será confiar en profesionales capaces de equilibrar estos matices con cuidado.