Hace poco vimos una película en la que los personajes hablaban de un menú con primer plato, segundo plato y así sucesivamente. En inglés, usaban la palabra course, que en este contexto se refiere a cada parte de una comida. Sin embargo, el subtitulado que apareció en pantalla decía “primer curso, segundo curso, tercer curso…”.
A simple vista puede parecer un detalle menor, pero este es un ejemplo claro de cómo una traducción literal puede alterar el sentido de un diálogo. En español, nadie habla de “cursos” cuando se refiere a la secuencia de un menú: lo natural es decir platos o tiempos de comida.
¿Por qué ocurre este error?
La palabra course tiene varios significados: puede ser curso (académico), trayecto (de un río o un viaje) o plato (en gastronomía). Quien subtituló la película eligió la primera opción sin reparar en el contexto culinario.
El espectador y el contexto
Lo interesante es que, a medida que avanzaban los diálogos, quedaba claro que se estaba hablando de comida. Había referencias a lo que se servía y a la secuencia de platos en la mesa. Esto hacía que el espectador terminara entendiendo de qué se trataba, aunque el subtítulo no fuera el más acertado.
En este caso, el contexto rescató el sentido, pero a costa de la naturalidad. Leer “primer curso” en medio de una cena elegante genera una pequeña fricción, un instante en el que el espectador piensa más en la traducción que en la historia.
El análisis profesional
Confiar en que el público va a “atar cabos” no es una buena práctica en subtitulado. La misión de un subtítulo no es obligar al espectador a deducir, sino transmitir con claridad y fluidez lo que se dice en pantalla.
La solución correcta aquí habría sido sencilla: traducir course como plato. Así, el menú quedaría como primer plato, segundo plato, tercer plato, que es la forma natural en que lo expresamos en español.
Conclusión
Este caso muestra cómo un error aparentemente pequeño puede afectar la experiencia de quien ve una película. Traducir literalmente no siempre funciona: la clave está en adaptar el significado al contexto para que el mensaje fluya sin obstáculos.
En subtitulación, no alcanza con que el espectador “más o menos entienda”. Lo importante es que lo haga de manera natural, sin detenerse a descifrar lo que ve en pantalla.